Aunque, bajo su gobierno, no se cometieron las cotidianas crueldades de sus antecesores, varias circunstancias confluyeron para hacer de Nerón, el emperador más conocido y el más denigrado de todos. Se estima que esta calificación errónea se relacionaba con el hecho de que, durante su gobierno, murieran decapitados y crucificados los apóstoles Pablo y Pedro, representantes primigenios de aquella nueva religión que había surgido en Palestina, fundada por Jesús de Nazaret. Así, el fin trágico de los apóstoles y el de otros muchos cristianos seguidores, propició la ennegrecida leyenda de Nerón. A partir de este hecho, la historiografía cristiana, lo consideraría como el precursor de las persecuciones posteriores a los seguidores del cristianismo.
Nacido fruto de la consanguinidad, pues sus padres Gneo Domicio Enobardo y Agripina, que
Nerón |
Desde su niñez, el joven Nerón fue educado de forma excepcional. Era tradición en Roma que la educación básica de los jóvenes nobles se confiara a libertos griegos, o mejor dicho, a libertos de la zona griega ocupada por el Imperio.
Las fuentes que nos deja Suetonio, si hemos de darle credibilidad alguna pues debemos tener en cuenta que el mito, la imaginación, la adulación, el odio, el morbo y la realidad se mezclan de tal forma en los textos clásicos que es imposible discernir qué de cierto hay en ellos, nos citan sin embargo que, lejos de la pulcritud, elegancia y refinamiento de los primeros, Nerón tuvo como preceptores a un barbero y un bailarín y como maestros literarios a Aniceto y Berilo, dos personajes de más que dudosa moralidad.
A lo anterior habría que añadir la gran influencia oriental recibida por sus nodrizas y que algunos autores señalan cierta influencia egipcia, que se desarrollaría en la importancia que el culto solar tuvo en el Emperador, siendo representado en varias ocasiones como el propio Helios.
A este caldo de cultivo, habría que añadir el hecho de que Nerón fue educado en el destierro, pues su madre había estado involucrada en una de las conjuras contra el emperador Calígula. Las fuentes clásicas nos reflejan un marcado carácter rencoroso y confabulador de Agripina, que probablemente contagiase a su hijo.
Por suerte, la educación de Nerón, tuvo una contraparte positiva, Séneca, que transmitió al joven infante una exquisita formación cultural.
Con todo este bagaje cultural, un Nerón adolescente consigue ser príncipe con tan sólo trece años, en buena parte gracias a las artimañas de su madre Agripina, que engatusó a Claudio para que le nombrase hijo adoptivo.
Lejos de la imagen megalómana y depresiva de sus últimos días, todo parece indicar que el
Busto de Nerón |
Tiempo más tarde, el joven príncipe se convertiría en Emperador a la muerte de Claudio, con tan sólo diecisiete años. Es en ésta época cuando la influencia de Séneca en su instrucción trasciende a su vida política, reforzando los vínculos con el Senado y acometiendo algunas reformas en la urbe romana que le concedieron unos frugales años de esplendor.
Fue en estos primeros años de gobierno, cuando la insidiosa Agripina, madre de Nerón, se inmiscuyó en los asuntos de Estado intentando manipular todos sus actos tanto en su vida pública como en su pasional ajetreada vida privada. Los senadores y amigos más cercanos no cejaron en recordarle al Emperador la forma en que su madre intentaba convertirlo en su marioneta particular.
Así, la constante intromisión de su madre en sus actuaciones políticas y privadas, junto a las murmullos de confabulación que circulaban en torno a ella, por los que al parecer pretendía deshacerse de Nerón para erigir nuevo emperador a su hermano Británico, sacaron lo peor del hasta entonces adorado Nerón.
El emperador no tardaría mucho en envenenar a su hermano en mitad de una fiesta y no tardaría en acompañarle su madre en tan funesto destino. Pero para entonces, la ponzoña de su madre ya había anidado en Nerón y los textos y representaciones nos muestran a un hombre bien distinto al de sus primeros años de gobierno. Un Nerón deformado por una vida de excesos con un carácter avinagrado con sus semejantes, iracundo y siempre preocupado por la traición, la cual veía en todas partes.
Su influencia griega y sus ansias de reforma, al estilo de las viejas monarquías helenas, fueron llevadas al extremo. A ellas se les atribuye en gran incendio de Roma del 64 d.C., con el que al parecer pretendía allanar la Urbs para erigir un nuevo estilo griego en el corazón de Roma, aunque en este tema debemos ser muy precavidos porque muchas fuentes mienten sobre lo ocurrido en realidad.
Nerón, eclipsado por su ideal de belleza, confiscó propiedades a los nobles y aumentó la cuantía de los impuestos con el fin de costear sus reformas y con todo ello, el descontento nobiliario empezó a crecer de forma paulatina.
Autoproclamado mecenas de las artes y la cultura, Nerón despilfarró las arcas del Estado
Agripina corona a su hijo Nerón |
No sabemos a día de hoy, si en verdad Nerón fue un hombre tan capaz en tales lides o si tan sólo fue víctima la falsa adulación, pero pronto el “éxito” se le subió a la cabeza.
Mientras dilapidaba la fortuna del Imperio Romano en satisfacer su propio ego, la nobleza dio muestras públicas de descontento y aquello irritó a un Nerón que hacía tiempo que había roto sus lazos con la realidad. Comenzó entonces una época de terror y persecución, de asesinatos indiscriminados y las desapariciones de personajes notables como Séneca (obligado a suicidarse), Petronio o Lucano.
Viendo la situación, las provincias del imperio comenzaron a rebelarse contra su tiranía. Regiones como las de Britania, Judea, Hispania y la Galia le plantarían cara. Se organizó un nuevo intento de golpe de estado para derrocar al gobernante. Julio Vindice, Sulpicio Galba y Otón organizaron una rebelión contra Nerón.
Los pretorianos se les unieron, así como el mismísimo Senado, que decidió deponer al emperador en el año 68. Debido a la situación, Nerón huyó de la ciudad y viendo que iba a ser arrestado, ordenó a uno de sus secretarios que le matara el 6 de junio del año 68 en una de sus villas, contándose que en su último aliento llegó a decir: “¡Qué gran artista muere conmigo!”.
Su muerte daría paso a una inestable etapa de Roma en la que el poder se discutía entre cuatro emperadores: Galba, Vitelio, Otón y Vespasiano.
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